Soraya González Rojas. Cronista Oficial Municipal.
Con especial cariño,
hoy dedico esta crónica a un joven talento que desde hace seis años se ha
dedicado en cuerpo y alma a la música. Con miras de ejecutar el contrabajo,
ingresó al núcleo de orquesta de San José de Guaribe, más el destino puso en
sus manos un violín. Al inicio no mostró mucho entusiasmo por este instrumento
porque no era el que él deseaba aprender, sin embargo, al pasar del tiempo, fue
amando su sonido, su forma y sus cuerdas, y hoy se ha convertido en uno de los
músicos más destacados de la orquesta, en cuanto a su ejecución se refiere.
José Adolfo ha crecido al lado de este maravilloso instrumento, lo ha estudiado,
lo ha sabido entender y en conversación con él, me confesó que siente que el
violín es como una extensión de su vida, de sus brazos y que en ocasiones
siente que le habla y le dice qué es lo que tiene que hacer. Su capacidad de
aprendizaje, lo ha llevado a ser, no solo un extraordinario ejecutante, sino
que también se desempeña como facilitador o monitor de este instrumento, en el
mismo núcleo, donde imparte clases a compañeros que están un poco menos avanzados,
a quienes les da clases de primer violín. Estudió lenguaje musical, lo que le
ha permitido desenvolverse en lo académico y de igual manera, es músico de oído
o de guataca como decimos aquí. También ejecuta los Carrizos Reales, la flauta
y el cuatro. Sus profesores en el núcleo han sido Richel Hernández, David Silva
y Lenín Martínez, de ellos ha recibido grandes enseñanzas.
José Adolfo ha formado parte de algunas
agrupaciones musicales, dentro de ellas, del grupo de música de Baladas#Pop
"Primera Fila", con quien toca actualmente. Tiene apenas 14 años de edad, nació en San
José de Guaribe un 11 de noviembre del año 2004, hijo de Maite Brito y Adolfo
Guacarán, estudia tercer año en la ETARZ
Diego Bautista Urbaneja. Es de mediana
estatura, reilón, le gusta compartir con sus compañeros y amigos, es bastante
responsable, asume retos sin temerle a ellos y hace poco, le tocó dirigir a la orquesta sinfónica en un concierto, cosa
que me causó mucha satisfacción, ya que,
lo hizo de forma ética y muy pedagógica, logrando con el movimiento de
su batuta, el melodioso sonido de los 30 o más instrumentos que le tocó
dirigir en ese momento mágico, que todos los que asistimos a ese concierto,
lo llevaremos siempre grabado en nuestra memoria.