miércoles, 2 de agosto de 2017

La literatura venezolana del Siglo XX tiene la impronta de Gallegos

Yo escribí mis libros con el oído puesto en las
palpitaciones de la angustia venezolana
Rómulo Gallegos
Jufany Toledo/ Fotos: José Chacón /Prensa IABNSB 


Rómulo Gallegos Freire, nació en Caracas el 02 de agosto de 1884 y falleció el 05 de abril de 1969. Desde el 03 de abril de 1994, sus restos reposan en el Panteón Nacional, junto a los grandes de Venezuela. Su vida estuvo llena de letras, palabras y escritura, a los diez años de edad ingresó al Seminario Metropolitano, pero debió abandonarlo para ayudar en la manutención del hogar, más tarde estudió leyes en la Universidad Central de Venezuela y también la abandona; al parecer estaba predestinado para tomar otros rumbos en la política, la educación y la narrativa.


Como político fue senador en representación del estado Apure (1931), durante la dictadura de Juan Vicente Gómez, pero su talante democrático lo llevó a renunciar y prefirió irse del país; a la muerte del dictador fue nombrado Ministro de Instrucción Pública, que luego el transforma en Ministerio de Educación Nacional (1936) en el gobierno de Eleazar López Contreras, cargo al que también renunció, igualmente por su alta factura moral; fundador del partido Acción Democrática, en 1947 resultó electo presidente de la República y un año más tarde fue derrocado.
Como educador, dirigió importantes instituciones y dejó una profunda huella con sus políticas educativas, lo cual se resume en su celebre frase: “La obra fundamental del Estado es la educación. Gobernar es educar”. Sin lugar a dudas, su trascendencia ha radicado en su obra narrativa. Rómulo Gallegos fue uno de los escritores más relevantes del pasado Siglo XX en Venezuela.
En 1958 ganó el Premio Nacional de Literatura, ese mismo año fue electo por unanimidad como Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua, y en 1960 estuvo nominado para el Premio Nobel de Literatura. Sus primeros escritos se remontan a 1909, con obras de teatro, relatos y cuentos. En 1920 publica su primera novela “El último Solar”, que sería reeditada diez años después con el título de “Reinaldo Solar”, a la que siguieron “La Trepadora” (1925); “Doña Barbara” (1929), “Cantaclaro” (1934), “Canaima” (1935), “Pobre negro” (1937) y “Sobre la misma tierra” (1943); diez años después de su muerte, en 1973, se publicó “Tierra bajo los pies”, que comenzó a escribir en 1952.
Su obra integra se encuentra en el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas; incluso dos de sus obras, Cantaclaro y Doña Barbara, fueron recomendadas por el comandante Hugo Chávez y se encuentran disponibles en Braille en la Sala para personas con Discapacidad Visual.
El prestigio que como novelista obtuvo don Rómulo Gallegos le sigue acompañando hasta hoy; ya que sus novelas se continúan reeditando y publicando, muchas de ellas son de lectura obligatoria en los colegios y liceos de Venezuela. En este mes, los venezolanos celebramos su nacimiento y la publicación de una de sus más importantes obras, “Doña Barbara”, que vio luz por la editorial española Araluce el 12 de agosto de 1929. En la Colección Bibliográfica General, una estantería completa alberga la obra de este insigne escritor, en la cual destacan un ejemplar de Canaima en inglés y diversas ediciones de su obra cumbre, Doña Barbara, en español, sueco, francés e inglés.

Como dato curioso, vale mencionar que también en la división de Libros Raros y Manuscritos del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional, existe un ejemplar anterior a la fecha oficial, publicado el 15 de febrero de 1929, y editado por la misma casa Araluce, del que nadie hace mención. Su inicio nos transporta de inmediato a las llanuras de Apure: “Un bongo remonta el Arauca bordeando las barrancas de la margen derecha”; pero su final difiere de todas las demás ediciones que durante años se han venido publicando, y dice así: “¡Tierra ancha y tendida, toda horizontes, como la esperanza, toda caminos como la voluntad!”, esta edición también adolece de un glosario de términos, que inferimos fue reclamado de inmediato por los lectores extranjeros, ante tantos venezolanismos y palabras propias del llano venezolano, que incluso podrían resultar desconocidas para un caraqueño común. En las ediciones sucesivas, su final pasó a ser: “¡Llanura venezolana! Propicia para el esfuerzo, como lo fue para la hazaña, tierra de horizontes abiertos, donde una raza buena, ama, sufre y espera!…”
A 88 años de su publicación, esta novela no ha perdido la vigencia de su mensaje. Es una de las primeras novelas venezolanas que trascendió nuestras fronteras, con más de 40 ediciones ha sido traducida y publicada en español, inglés, francés, italiano, portugués, árabe, ruso, sueco, etc. En reconocimiento a quien tanto le dio a nuestro país, en 1965 se creó el prestigioso Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos y en 1975 se fundó el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, CELARG, adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura; y varias avenidas y municipios del país llevan su nombre.