Yo escribí mis libros con el oído puesto en las
palpitaciones de la angustia venezolana
Rómulo Gallegos
Jufany Toledo/ Fotos: José Chacón /Prensa IABNSB
Rómulo
Gallegos Freire, nació en Caracas el 02 de agosto de 1884 y falleció el
05 de abril de 1969. Desde el 03 de abril de 1994, sus restos reposan
en el Panteón Nacional, junto a los grandes de Venezuela. Su vida estuvo
llena de letras, palabras y escritura, a los diez años de edad ingresó
al Seminario Metropolitano, pero debió abandonarlo para ayudar en la
manutención del hogar, más tarde estudió leyes en la Universidad Central
de Venezuela y también la abandona; al parecer estaba predestinado para
tomar otros rumbos en la política, la educación y la narrativa.
Como
político fue senador en representación del estado Apure (1931), durante
la dictadura de Juan Vicente Gómez, pero su talante democrático lo
llevó a renunciar y prefirió irse del país; a la muerte del dictador fue
nombrado Ministro de Instrucción Pública, que luego el transforma en
Ministerio de Educación Nacional (1936) en el gobierno de Eleazar López
Contreras, cargo al que también renunció, igualmente por su alta factura
moral; fundador del partido Acción Democrática, en 1947 resultó electo
presidente de la República y un año más tarde fue derrocado.
Como
educador, dirigió importantes instituciones y dejó una profunda huella
con sus políticas educativas, lo cual se resume en su celebre frase: “La
obra fundamental del Estado es la educación. Gobernar es educar”. Sin
lugar a dudas, su trascendencia ha radicado en su obra narrativa. Rómulo
Gallegos fue uno de los escritores más relevantes del pasado Siglo XX
en Venezuela.
En
1958 ganó el Premio Nacional de Literatura, ese mismo año fue electo
por unanimidad como Individuo de Número de la Academia Venezolana de la
Lengua, y en 1960 estuvo nominado para el Premio Nobel de Literatura.
Sus primeros escritos se remontan a 1909, con obras de teatro, relatos y
cuentos. En 1920 publica su primera novela “El último Solar”, que sería
reeditada diez años después con el título de “Reinaldo Solar”, a la que
siguieron “La Trepadora” (1925); “Doña Barbara” (1929), “Cantaclaro”
(1934), “Canaima” (1935), “Pobre negro” (1937) y “Sobre la misma tierra”
(1943); diez años después de su muerte, en 1973, se publicó “Tierra
bajo los pies”, que comenzó a escribir en 1952.
Su
obra integra se encuentra en el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y
de Servicios de Bibliotecas; incluso dos de sus obras, Cantaclaro y
Doña Barbara, fueron recomendadas por el comandante Hugo Chávez y se
encuentran disponibles en Braille en la Sala para personas con
Discapacidad Visual.
El
prestigio que como novelista obtuvo don Rómulo Gallegos le sigue
acompañando hasta hoy; ya que sus novelas se continúan reeditando y
publicando, muchas de ellas son de lectura obligatoria en los colegios y
liceos de Venezuela. En este mes, los venezolanos celebramos su
nacimiento y la publicación de una de sus más importantes obras, “Doña
Barbara”, que vio luz por la editorial española Araluce el 12 de agosto
de 1929. En la Colección Bibliográfica General, una estantería completa
alberga la obra de este insigne escritor, en la cual destacan un
ejemplar de Canaima en inglés y diversas ediciones de su obra cumbre,
Doña Barbara, en español, sueco, francés e inglés.
Como
dato curioso, vale mencionar que también en la división de Libros Raros
y Manuscritos del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional, existe un
ejemplar anterior a la fecha oficial, publicado el 15 de febrero de
1929, y editado por la misma casa Araluce, del que nadie hace mención.
Su inicio nos transporta de inmediato a las llanuras de Apure: “Un bongo
remonta el Arauca bordeando las barrancas de la margen derecha”; pero
su final difiere de todas las demás ediciones que durante años se han
venido publicando, y dice así: “¡Tierra ancha y tendida, toda
horizontes, como la esperanza, toda caminos como la voluntad!”, esta
edición también adolece de un glosario de términos, que inferimos fue
reclamado de inmediato por los lectores extranjeros, ante tantos
venezolanismos y palabras propias del llano venezolano, que incluso
podrían resultar desconocidas para un caraqueño común. En las ediciones
sucesivas, su final pasó a ser: “¡Llanura venezolana! Propicia para el
esfuerzo, como lo fue para la hazaña, tierra de horizontes abiertos,
donde una raza buena, ama, sufre y espera!…”
A
88 años de su publicación, esta novela no ha perdido la vigencia de su
mensaje. Es una de las primeras novelas venezolanas que trascendió
nuestras fronteras, con más de 40 ediciones ha sido traducida y
publicada en español, inglés, francés, italiano, portugués, árabe, ruso,
sueco, etc. En reconocimiento a quien tanto le dio a nuestro país, en
1965 se creó el prestigioso Premio Internacional de Novela Rómulo
Gallegos y en 1975 se fundó el Centro de Estudios Latinoamericanos
Rómulo Gallegos, CELARG, adscrito al Ministerio del Poder Popular para
la Cultura; y varias avenidas y municipios del país llevan su nombre.