DISCURSO DÍA DEL PERIODISTA 3 DE JULIO DE 2014
Consejo Legislativo Estado Guarico
Lcda.Maria Alcira Matute
10am
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Gracias,
compañeros, por la oportunidad de compartir con todos un nuevo
aniversario del Día del Periodista, 27 de junio, fecha que celebramos en
homenaje a la creación del original Correo del Orinoco, que hace 196
años hizo posible un gran lector y comunicador, nuestro Simón Bolívar;
que hace pocos años refundó el primer librero mediático, lector y
comunicador Hugo Chávez y ahora siguen impulsando el Presidente Nicolás
Maduro y su equipo de gobierno.
Para mí, que soy lectora y he dedicado mi profesión
como Comunicadora Social a la promoción de la lectura, es especial ser
oradora de orden para celebrar en el Consejo Legislativo el día del
periodista acá en Guárico, un Estado en el que Carola Martínez y Ramón
Rodríguez Chacín se han convertido en grandes impulsores del amor por el
libro y la lectura, acompañados de un equipo eficiente de periodistas
como Grevimar Carpavire y Libonny Pérez, entre otros; de bibliotecarios
tan entusiastas como Wollmer Uzcátegui y toda la gente de la Biblioteca
Pública Central y el resto de las bibliotecas del Estado, del Gabinete
Cultural y de muchos lectores que hacen de Guárico un sitio modélico
para la promoción de la lectura en Venezuela, aprovechando diversos
medios de comunicación.
Leo estas palabras, por tratarse de un evento formal,
aunque algo pendiente que tenemos en estos tiempos de cambio es
olvidarnos de los protocolos, que no hacen feliz a nadie, como dice
Gustavo Pereira.
Pero atención, hay protocolos que forman parte de una
planificación, de un ordenamiento de actos o de procedimientos, que
favorecen la organización, que no son vacuos y que perfeccionan la
ejecución de actos, proyectos y programas. Pensaba, cuando Grevimar
Carpavire y Libbony Pérez me llamaron para invitarme , como voceros de
la seccional Guárico del Colegio Nacional de Periodistas, que esta
sería una oportunidad de refrendar el compromiso con el camino de la
solidaridad y de la paz en el país, a partir del campo donde nos toca
actuar, de manera que la celebración del Día del Periodista no sea sólo
un protocolo vacío donde actividades como un servicio religioso,
ofrendas o reconocimientos, sean rutina, sino contengan un profundo
compromiso de cada uno de nosotros en la actividad laboral que
desarrollemos. Abracémonos y dediquemos nuestros espacios a felicitar y
reconocer generosamente las actividades y los trabajos de otros, tanto
en el oficio de la comunicación, como en cualquier otro que construya
patria, sin solemnidades, sino con alegría, expandiendo este carácter
venezolano que nos hace felices.
Decía Sábato en su libro “La Resistencia”, y siempre lo
traigo a colación, que “tenemos que reaprender lo que es gozar”. Que
gozar no es comprar cosas o trabajar sin pensar en el ser humano, que
gozar es apreciar los grandes momentos de la vida, y los pequeños
momentos como la conversación de la amistad y del amor, los encuentros
solidarios, la alegría.
Voy a concentrarme en dos temas para el debate y la
reflexión: El gremio periodístico y el valor la lectura en el oficio
comunicacional.
Reflexiones en lo atinentes a nuestro gremio
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Desde
hace muchos años distintos colectivos de periodistas e individualidades
de la comunicación, en diversas oportunidades, han propuesto unas
reformas y actualizaciones a la Ley del Ejercicio del Periodismo y la
revisión del código de ética, además de discutir acerca de la estructura
y funciones del CNP. Todos estos instrumentos tienen años de desfase en
relación con la constitución vigente, que dibuja un proyecto de país
muy diferente al que existía cuando se creó el CNP, cuando se
formularon esas leyes. Muy diferente al país que generó la recordada
AVP.
Tengo y hemos tenido todos muchas, diversas
inquietudes, preocupaciones. ¿Por qué no hubo elecciones en esta
organización durante casi una década, hasta 2008? ¿Por qué tantos
recién graduados en comunicación no quieren afiliarse, porque ha habido
tan alta abstención, tal desinterés cuando se realizaron esas
elecciones, en las subsiguientes? En esas elecciones luego de 10 años
hubo casi 90 por ciento de abstención. ¿No es para llamar a la
reflexión, al debate? ¿Cuán válidas son esas elecciones por la vía de
los hechos?
Sabemos que hay asuntos por revisar en el CNP, y
también que las seccionales Yaracuy y Guárico se han destacado por su
compromiso con la concepción gremial que las agrupa, y ello las
distingue del deficiente panorama que lamentablemente muestran la
mayoría de las seccionales.
Es de destacar la calidad académica y la entrega no
sólo a la profesión, sino al combate no sólo por un mejor ejercicio del
periodismo y por un gremio digno y al servicio de los profesionales de
la comunicación en esta seccional Guárico que hoy nos convoca.
Muchos de los eventos y reuniones que se convocaron
desde el CNP Caracas en esa época de las elecciones de 2008 se
realizaron en sitios no acordes con la naturaleza gremial, como por
ejemplo, en bares y no en ambientes o locales gremiales o que tuvieran
que ver con la comunicación. Todo esto conforma una distorsión del
concepto de colegiación o agremiación y también señales de la
orientación y naturaleza de la dirección de este colectivo.
Debería preocupar a los periodistas, que existan
organismos de tipo gremial cuya capacidad de convocatoria es tan
paupérrima que deslegitiman su representación, deslegitimación que
enmascaran porque disponen de gran impacto mediático prestado por los
dueños de los grandes medios. Entonces, ¿no habría que preguntarse a
cuáles intereses representan?
Debería preocuparnos de una manera concreta - y
reconozco que ha habido intentos, aunque fallidos, para solucionar esto
en los últimos años- que nuestra Ley de Ejercicio del Periodismo
vigente y la propia estructura gremial tengan décadas de rezago en
relación con la Constitución y estén por tanto desfasadas de la realidad
actual. Porque nuestra República Bolivariana disfruta de una Ley madre
que establece que vivimos en democracia participativa y protagónica;
se trata de una etapa superior a la Venezuela de la llamada democracia
representativa que generó esa ley del ejercicio del periodismo, que
contradictoriamente sigue vigente. Esta es una cuenta pendiente sobre
la que hay que trabajar con consistencia y persistencia por los
periodistas y legisladores.
En los últimos años, entonces, es lamentable como se
ha desfigurado la naturaleza propia de un gremio como el Colegio
Nacional de Periodistas, convirtiéndolo, en la mayoría de sus
seccionales, y principalmente en la de Caracas, en uno de los
engranajes del aparato mediático que se pone, según nuestra visión, al
servicio de intereses ajenos al de sus agremiados y, peor aún, al
servicio de intereses empresariales. El gremio se debe a sus agremiados,
independientemente de la visión política partidaria que tengan los
directivos de esos agremiados. Un gremio no es un partido político, ni
una organización donde primen objetivos políticos partidarios.
Lamentablemente, en su mayoría, las seccionales del colegio,
identificados con sus patrones, se dedican a hacer más militancia
política de oposición al gobierno legítimamente elegido que a funciones
de carácter gremial. Es un hecho. Esas seccionales, o mejor dicho , sus
directivos, se identifican con los propietarios de los medios, los que
se han constituido en un eslabón de la conjura mediática internacional
contra la soberanía de nuestro país, y por su propia filosofía e ideario
neoliberal representan a los intereses contrarios a los trabajadores,
que en este caso son los periodistas y comunicadores en general. Se
trata de una posición contra natura, al estilo de la demostrada por la
CNT aliada con Fedecámaras para provocar el golpe de estado de abril y
diciembre del 2002.
En todo caso, se ha despertado desde hace años una
inquietud para revisar el tema de la agremiación, de la colegiación.
Algunas agrupaciones se han formado, unas más constantes que otras,
para debatir en torno a este tema. No debería haber periodistas
indiferentes a este asunto, todos debemos contribuir para revisar esta
situación, para reconquistar la verdadera naturaleza del gremio, para
que éste sea legítimo representante de los intereses laborales,
sociales, económicos de los periodistas, y que el movimiento se muestre
andando. La usurpación de la naturaleza gremial de nuestros colegios
debe cesar.
Reiteramos: Se ha perdido, en la mayoría de las
seccionales, por la vía de los hechos, un instrumento poderoso para la
defensa de los periodistas en todos los aspectos que se pueda pensar,
profesionalización, protección de sus derechos laborales, de sus
derechos sociales, y muy especialmente, del prestigio de una profesión
cuya función social es muy importante para participar y colaborar en una
sociedad sana e informada veraz y oportunamente.
Los directivos del CNP, especialmente en Caracas,
permiten desde hace años la publicidad de una empresa en la página del
Colegio Nacional de Periodistas de Caracas. Supongamos que hay un
problema laboral con periodistas que trabajan en esa empresa. ¿Tiene
acaso libertad el gremio de accionar? No. Y allí la perversión. Es un
despropósito esa intromisión en una web de un organismo de carácter
gremial, que los agremiados en bloque deberían rechazar con el
agravante de que es una empresa que fabrica cerveza, entre otras cosas.
A la falta de credibilidad y confianza de la mayoría de
los periodistas en ese tipo de acciones, como consecuencia de lo que
acabo de expresar, se agrega algo que es gravísimo y que no tuvo la
resonancia que debiera. Nos referimos a que el CNP tuvo hasta hace pocos
años como presidente al ex corresponsal de la Voz de América, órgano
divulgativo del Departamento de Estado de los EEUU. Sí. Repetiré. Fue
presidente del CNP el corresponsal en Venezuela de ese órgano
divulgativo del departamento de Estado de los EEUU cuyos gobiernos
tienen una larga historia de violencia contra el derecho internacional y
derechos humanos, que se caracteriza por su diaria y permanente
injerencia contra muchos países, y que particularmente han apuntado sus
baterías injerencistas contra Venezuela. Suficiente con este grave hecho
para deslegitimar la independencia gremial en ese momento, en 2008. Por
cierto, ese ex presidente del CNP ya no trabaja en un medio privado
venezolano, casualmente vive en EEUU. ¿A los intereses de quién responde
una persona de esas características? ¿A los agremiados? No. ¿Al
país? No. Esto es de una gravedad inusitada. Debería haber causado una
gran preocupación en un sector mayoritario de los periodistas, que en
otros tiempos tuvieron organismos gremiales que cumplieron sus funciones
a cabalidad, hayan sido dirigidos en años recientes por ese tipo
personas que tienen compromiso con intereses anti nacionales y en
consecuencia de dudosa libertad de acción.
Y la estructura actual del CNP permite todas esas irregularidades.
Son
importantes otras consideraciones. Por ejemplo, no se reconocen, bajo
el esquema actual de la ley, del CNP y del SNTP las fuentes populares de
conocimiento en el área de la comunicación.
Me pregunto si ante el surgimiento de numerosos medios
comunitarios y medios alternativos (que no son lo mismo, hay que
definirlos adecuadamente y por separado, son diferentes, tienen
características, ámbitos y objetivos propios) no debería pensarse en
articular en una misma Ley el ejercicio de todos los tipos de
comunicación, respetando las características de cada uno. De esta manera
se adecuaría la real situación actual de la comunicación a través de la
respectiva Ley de conformidad con la Constitución Vigente de la
República Bolivariana de Venezuela. Es una necesidad discutir este tema y
debe hacerse en debate público, participativo, planificado y con
etapas definidas a cumplir para evitar su frustración. Es tiempo de
concretar y superar tantos intentos fallidos en torno al tema.
Es oportuno comentar que en relación con el tema de los
distintos agentes de la comunicación, egresados universitarios o
formados en la gestión diaria de la comunicación, se han producido
falsas oposiciones, llegándose al extremo, en algunos ámbitos, de
execrar la academia , como si la academia, al igual que la experiencia,
el oficio diario o el saber popular no fuesen cada uno respetables y
válidas fuentes de conocimiento y de formación.
Los libros y el periodismo tienen mucho que ver
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Expresado
todo esto, retomo el tema de la promoción de la lectura, que es al que
he dedicado la totalidad de mis esfuerzos como Comunicadora Social
egresada de la UCV en 1992.
En un periodista, más que en cualquier otro profesional
se hace evidente cuando no es lector. Su hábito de lectura debe ser
diario.
En ese sentido, el oficio periodístico es
quizás más que ningún otro una labor que requiere una preparación
intelectual continua, sin descuidar por ello la sensibilidad ante el ser
humano. El periodista debe trabajar buscando una actualización
permanente de sus conocimientos. Tener una disposición inagotable a
aprender, a servir, a ser útiles con lo que producimos y hacemos visible
en los medios. Y la lectura es una herramienta insustituible para la
formación del periodista. Un periodista que no es al mismo tiempo un
ávido lector, que no contrasta fuentes, que no analiza a profundidad
antes de escribir, difícilmente superará la mediocridad.
Lectores y analistas como Luis Britto García, que es de
profesión abogado pero de oficio un extraordinario periodista de
investigación y un escritor fuera de serie, son ejemplos a seguir. El
periodista, en los tiempos que corren, debe tratar de especializarse,
sí, en una fuente, pero ha de manejar para una mayor efectividad en la
divulgación del mensaje todas las formas de comunicación: oral, escrita,
audiovisual y conocer los intríngulis de las redes. Pero todo esto
tiene como base la pericia en el manejo del lenguaje que se nutre,
principalmente de la lectura constante. Incluso en este terreno debemos
profundizar más, ser más sutiles, medir el valor de los términos y de la
palabra, la oportunidad, sus contenidos y lo que expresan.
Todos los periodistas, para mejorar, deben revisarse
cada día. Deben estar actualizados en relación con el trabajo de los
colegas en el país y en el mundo. Y preguntarse si están destinando toda
su preparación intelectual al cumplimiento del Código de Ética y de la
protección de la soberanía de la patria a la que sirven. El ejercicio de
su profesión, la comunicación, es de una altísima responsabilidad por
su también alta repercusión social. Lo que comuniquen tiene una gran
influencia en el medio social, puede formar opinión pública. Por esta
razón deben estar comprometidos con la razón, la honestidad, en forma
rigurosa y militante. Defender la independencia de su oficio para
ejercerlo al servicio de los grandes intereses nacionales, de la
convivencia, de la felicidad social, en fin, de la paz.
El húngaro Sándor Marai describe magistralmente en su
novela “La amante de Bolzano”, que se desarrolla en la Venecia del siglo
XVIII lo que significa la escritura, que es una herramienta fundamental
en nuestro oficio. Lo dice así:
“La escritura es la fuerza más poderosa que existe; la
palabra escrita tiene más poder que el papa, más que el rey, más que el
dux…Creo en la escritura, porque la escritura tiene poder sobre el
destino y sobre el tiempo. Todo lo que uno hace, todo lo que desea, todo
lo que ama, todo lo que dice, se acabará algún día…pero la escritura
permanecerá”
En estos años y en estos días, que pasan tantas cosas,
que a veces producen confusión, aún hay comunicadores que escriben para
el tubazo, que no se detienen a pensar en ese poder de la palabra que
nos describe de forma tan clara Sándor Marai , ese poder que es todo y
que puede crear y puede destruir.
¿Es tan importante opinar sobre un tema sin habernos
empapado de todo lo que lo circunda? ¿Debemos juzgar a los protagonistas
de un hecho sin pensar en el dolor que podemos causar? Difamar es un
delito, y es también un acto de crueldad que puede acabar con una vida,
con una carrera. Así lo comentaba Eleazar Díaz Rangel en su discurso
como ganador del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar.
Periodismo ético es vivir en la conciencia, es pensar antes de
escribir, es conocer y privilegiar al ser humano y a la condición de
servidores públicos que somos. Eso es hacer periodismo o al menos así lo
entendemos quienes respetamos el código de ética que nos indica que lo
primero que debemos buscar y divulgar es la verdad y no elucubraciones o
especulaciones. No es, como denunciaba Desirée Santos Amaral en su
discurso en la entrega de los premios Municipales en Caracas, echar
porquería al mundo y después lavarnos las manos. Desechemos el ego de la
primicia, del intento de pretendida sagacidad, de ser el primero, a
costa de la irreflexión y de la responsabilidad.
Daniela Saidman, poeta y periodista venezolana, tiene
un escrito muy hermoso que siempre reseño, y que incluye estas palabras:
“Aprendimos que el arte está siempre contra el poder... y no hay duda
de que es así. Y lo aprendimos a golpe de silencio, de persecución,
exclusión y tantas formas con más o menos sutilezas que pretendieron
siempre ponernos de rodillas o a mirar las páginas de sociales de las
industrias informativas como si eso fuera cultura… estoy segura que
todas y todos los cultores, intelectuales y artistas de nuestro país,
están y estamos contra el poder. Eso quiere decir, contra el poder
hegemónico, contra el pensamiento único, contra los menos que mucho
tienen como diría Galeano, que quieren imponernos cómo mirar, pensar,
sentir y expresarnos. Contra el poder también significa que nos oponemos
a las opresiones, a las miserias, al hambre, a la falta de escuelas, a
las dictaduras y las dictablandas y a la escasez de sensibilidad
expresada por cualquier medio o de cualquier forma.”
Si cambiamos en ese escrito de Daniela Saidman la
palabra “arte” por “periodismo” sigue teniendo sentido. El periodismo
tiene que estar en contra del poder hegemónico impositivo y excluyente,
y por lo tanto a favor de la soberanía nacional, por la
autodeterminación de los pueblos, por los intereses populares, por la
inclusión sin exclusión, por la justicia social que significa educación,
cultura, salud, alimentación, vivienda, dignidad. Es decir, patria para
todos.
Tenemos que tener presentes los siguientes datos para
entender, en materia de comunicación, como se representa el poder y cómo
se manifiesta en nuestra área.
Según una
investigación reciente de Luis Britto García, "operan en Venezuela 2.896
medios, de los cuales sólo 3,22% son de servicio público, 20,76% son
comunitarios, y el 65,18%, unos 2.332, privados y casi unánimemente
opositores. Los medios comunitarios son de poco alcance y efímeros. En
cuanto a los canales de difusión, la derecha opositora detenta una
brutal hegemonía.” Al conocer estas cifras, el mito actual de la
“hegemonía comunicacional del Estado” y la mentira de que se quiere
imponer un pensamiento único desde el gobierno queda desmontada por la
vía de los hechos, que demuestran precisamente lo contrario.
Algunos términos que aún se emplean en este Siglo XXI,
deberían revisarse, y muy especialmente en la Venezuela Bolivariana. Es
tiempo de observarnos a nosotros mismos, para no seguir usando, modelos,
expresiones, hábitos culturales impuestos por la industria cultural
estadounidense.
Me gustaría comentar algo que parece intrascendente
pero que es representativo de la imposición cultural, por poner un
ejemplo entre miles.
Los términos rey, reina o
princesa, impuestos como un halago por los centros hegemónicos y la
tradición- repetidos en concursos de belleza que entendemos sean de
interés para canales de televisión comerciales, pero inaceptables por lo
que representan y que todavía algunas organizaciones bolivarianas en
casos aislados propician- son de uso corriente; sin advertir que tales
términos aluden a privilegios, prepotencia, exclusión, injusticia,
atraso, sin recordar que tales tratamientos nobiliarios no tienen valor
alguno en Venezuela por mandato constitucional. Usarlos con una
connotación positiva es un error que muchos cometen.
Mark Twain había advertido hace más de 100 años: “El
oficio de rey no merece respeto alguno. Originariamente se ganaba por
los métodos del bandolero: sigue siendo un crimen perpetuado…tiene como
objetivo… el frío, el hambre y el agotamiento de los útiles para que los
inútiles puedan vivir en el lujo y la holgazanería.” Si trasladamos el
juicio de Mark Twain, ¿cómo quedaría que en lugar de decir “la reina de
tal cosa…” dijéramos: “la bandolera de tal cosa…”? Porqué son
equivalentes.
La sentencia de Mark Twain es aún más vigente en la
actualidad, y su definición se encuadra con el personaje que en estos
días abdicó de una forma muy original conservando prácticamente todos
los derechos que poseía y, lejos de renunciar a ellos, los multiplicó
en su sucesor en España.
Es responsabilidad de los periodistas saber que la
palabra es una herramienta de poder y no podemos usar las palabras desde
la inconciencia.
Isidoro Hugo Duarte,
comunicador alternativo uruguayo venezolano, en su discurso al recibir
la orden Wariarepano del Concejo Bolivariano Libertador de Caracas hace
algunos años, afirmaba: “Debemos ser firmes pilares en la orgullosa
práctica del periodismo popular y ético, y elevándonos más, ser
constantes militantes de nuestro proceso bolivariano, constituyéndonos
en ejemplos y modelos de la sociedad…”
Momo, un personaje de la novela llamada así, del
escritor alemán Michael Ende tiene una cualidad esencial para un
periodista: sabía escuchar con verdadero interés. No sólo debemos
aprender a leer con atención, sino a escuchar, a escuchar con interés, a
respetar a nuestros entrevistados.
Todas estas reflexiones son, a mi juicio, urgentes,
imprescindibles, aunque a algunos pareciera no importar. Como escribe la
recientemente fallecida novelista española Ana María Matute en su
novela “Paraíso Inhabitado”: “…aquello que todo el mundo llamaba años, o
tiempo, y yo no sabía cómo llamar, era un dragón devorador.” No
podemos dejarnos devorar por el tiempo de la indiferencia, debemos
revisarnos cada día, aprender de los otros sin envidias ni soberbias, y,
como nos decía Robinson, enseñar a aprender a los otros lo que sabemos
sin falsas modestias, ni vacuas vanidades.
En un país como la República Bolivariana de Venezuela,
Territorio Libre de Analfabetismo, 5to. Lugar en matrícula
universitaria, un país lector, los periodistas tenemos mucho que
celebrar, pero también un camino por recorrer hacia el perfeccionamiento
constante de nuestro oficio que no es más que servir, que ser útiles.
En una entrevista reciente el autor del libro “La Conciencia de la
Lealtad”, el G/J Jorge García Carneiro, nos expresó: “Que sea prioridad
para nosotros ser útiles, no importantes.” Más nada.
Estamos en otros tiempos, aunque algunos no quieran
aceptarlo y dediquen su existencia a intentar destruir o denigrar el
trabajo de los demás. Vivimos un cambio de época, como bien lo definió
el Presidente de Ecuador, Rafael Correa.
Otros tiempos para los que algunas viejas estructuras
ya no sirven, otros tiempos para los que nuevas formas de organización y
formas de entender los oficios han de generarse en este y en otros
ámbitos. Formas de organización y de entender los oficios solidarias y
generosas que hagan que el trabajo por un gremio mejor, por un
periodismo mejor no se atomicen, que se optimicen los esfuerzos.
Formas de organización gremial que no hagan sentir
ajenos a ellas a la mayoría de quienes nos dedicamos a este trabajo que
sí, como dijo García Márquez, es el mejor oficio del mundo, como lo es
cualquier oficio para quienes lo ejercen por vocación, con honestidad y
compromiso, dejando de lado intereses mercantiles.
Y es que ejercer un oficio con pasión, con entrega,
como un servicio, sintiéndonos útiles, es tan satisfactorio como un
amor correspondido y verdadero.
Finalizo entonces
volviendo nuevamente a la literatura que es mi referente cada día para
el periodismo y para la vida, con otro pasaje de la novela “El amante de
Bolzano” de Sándor Marai, que al definir la vida y el amor sano y
sereno de pareja define también la plenitud que sentimos quienes tenemos
el privilegio de ejercer el oficio para el que tenemos vocación, y que
para nosotros es el Periodismo.
Dice así Sándor Marai:
“La vida
es cuando un hombre y una mujer se encuentran porque están hechos el uno
para el otro, porque tienen algo en común, porque tienen que ver el uno
con el otro, como la lluvia que cae sobre el mar y vuelve a renacer con
él, creándose y recreándose mutuamente, y siendo el uno condición del
otro. Y esa plenitud crea algo, crea la armonía, y esa armonía es la
vida. Sucede pocas veces entre los seres humanos.”
Que
sea el periodismo, para la mayoría de quienes se dedican a este oficio,
ejercicio pleno y armonioso, para la liberación y no para la opresión.
Que motive la reflexión y el pensamiento, que acompañe la dignidad del
hombre y que nos ayude y ayude a los demás, a dejar tras de nosotros un
mundo más justo y más hermoso.
Mil gracias de nuevo a todos por esta oportunidad,
por esta alta tribuna, en la que he podido plantear con todo respeto
temas para el debate y celebrar una vez más al verdadero periodismo.
Feliz Día del Periodista, un fuerte abrazo y la invitación a leer
siempre y a leer de todo para todos aquellos que se sientan
Comunicadores al servicio de la verdad.
Marialcira Matute/CNP 7331/ San Juan de los Morros, 3 de julio de 2014